Teléfonos 637 556 562 – 623 918 037
Cuando una persona llega a los niveles de autodestrucción que provoca la conducta adictiva, es muy difícil hacer un giro de 180 grados.
En esta situación es complicado conectar con uno mismo, con el autocuidado o el autorrespeto… Pero hay un factor que puede ayudar a que la persona haga un cambio: el otro/a. Porque si siento que soy importante y necesario/a para alguien, si tengo algo o alguien por quien luchar, si hay un hombro en el que llorar o apoyarse, si tengo alguien con quien puedo contar… se puede empezar un proceso de cambio. Desde ese lugar, desde el amor que el otro me da y que yo le doy.
Y hablamos del amor en los distintos vínculos, es decir, entendido en un sentido amplio, como el cuidado, el cariño incondicional, la ayuda, la aceptación, la ausencia de juicio… de la pareja, la familia extensa, los amigos o los distintos profesionales que rodean a la persona.
A veces no se puede llegar al amor, a veces no se ve, no se siente, es inaccesible para la persona… pero si el amor es auténtico, si es paciente, nutritivo, protector y cuidador… la persona florece y cambia.
Hay momentos muy difíciles en el proceso de cambio: las recaídas, las heridas de ambas partes, los momentos en los que uno quiere tirar la toalla o no ve esperanzas, la frustración, las expectativas que no se cumplen, las mentiras, las manipulaciones. De ahí la importancia de cuidarse, para no entrar en una dinámica de agresión e intoxicación… para tomar perspectiva, alejarse, si es necesario y tomar las riendas de la situación cuando se hace necesario.
Es necesario entender la adicción y tener presente que, en muchos momentos, la persona NO ELIGE sino que depende de una sustancia o comportamiento que lleva su vida a la destrucción y, si entramos ahí, entramos en la destrucción nosotros también. “El/la adicto/a” no es tu hijo/a, pareja, familiar o paciente… es una parte de su persona que lo machaca y humilla. Porque ellos y ellas son mucho más que eso… porque su esencia es auténtica y única… por tanto, es importante ayudarles a que la vuelvan a encontrar.
Cuando una persona no puede elegir, no es libre, depende de algo o alguien que les destroza, se hace necesario que quien acompaña, sea familiar o profesional, coja las riendas y empuje, sin excusas, con determinación y cariño. Sobre todo cariño… porque sólo desde el amor, se puede cambiar.
Mayte Hernández Martínez
Directora de CETA. Tratamientos de Adicciones